viernes, 3 de mayo de 2013

Hora cuarta del tercer día: primer aguacero de mayo

Dormía plácidamente cuando los primeros goterones cayeron rotundos sobre las tejas lastimadas de casa: así comenzó el primer aguacero de mayo en la ciudad de Santiago de Cuba.

Tal vez no era el primero oficialmente, no sé, sin embargo, uno de los momentos más esperados, una tradición de siempre...conga incluida.........va a caer un aguacero de mayo.....más que una bendición fue una desgracia.

Chorros de agua entrando por doquier, quietud nocturna interrumpida....desasosiego.......desesperación por resguardar lo que casi no se puede cuando el techo no es ese mediador que protege contra la furia de los elementos.

Y mientras veía dormir a mi sobrino en el sofá, con la placidez de los inocentes y de los irresponsables autorizados....pensaba en los vecinos de la acera de enfrente, la prole de los mayimbes, sin techo y con más niños que una creche. ¿Dónde estarán durmiendo a las cuatro de la mañana en medio de este aguacero rabioso? 

¿Y Gisela, la viejita de al lado, con solo la mitad de la casa techada? ¿A dónde habrá metido los muebles añejos, que sabe Dios que ancestros le heredaron, y los tarecos nuevos que si pierde ahora jamás podrá comprar nuevamente?

Mientras seguía lloviendo afuera y ponía  cubos y calderos bajo las goteras, me dolí por mis noches de sueño cálido en medio de la lluvia, ahora perdidas; pero más me dolió pensar cómo la lluvia, bendición de la naturaleza, llegaba como una maldición a la ciudad.

Amanecer, entre sol y nubes amenazantes, no va a parar de llover, el día seguirá nublado. Santiago de Cuba  estará más limpia del polvo de tanto escombro y material de construcción, el verde de sus estrenados jardines y sus árboles sobrevivientes será más vivo,  pero la lluvia será como una venganza, un mal terrible, un castigo. 

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